| Nuevos Territorios como Sistemas Abiertos |
Podríamos en primera instancia definir a los nuevos territorios como -sistemas abiertos-[1] “sistemas capaces de dejar variables abiertas para definir el objeto. Sistemas indeterminados, manipulables y combinables, que permiten un catálogo amplio de posibilidades” (Guayabero, 2003, p. 2).
Vemos que en la vida contemporánea, los espacios públicos han sufrido una enorme transformación, -así como las ideas y proyectos que los definen- y es en esta misma transformación donde el término paisaje ha tomado mayor relevancia. Probablemente la denominación de paisaje se debe precisamente a esa condición pasajera y efímera de estos lugares, en donde no están definidos los objetos arquitectónicos ni sus entornos. Es precisamente eso lo que está sucediendo, la relación entre la arquitectura y el paisaje ha ido perdiendo estabilidad debido a las grandes intervenciones del ser humano y su interés por convertir todo su entorno físico en algo artificial. Los medios de transporte también se han encargado de minimizar la noción de interioridad o exterioridad respecto a un lugar, ciudad o territorio. Claro ejemplo de ello: los desplazamientos rápidos e improvisados en carro o avión, los cuales alteran las lecturas del entorno, o incluso las impiden. En todo caso, existe una capacidad de lectura de dichos entornos, los cuales brindan –ya sea completa o vagamente- una percepción y un plano de la realidad. Bajo esta perspectiva de la realidad, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, (Nuevos territorios: nuevos paisajes, 1997) contempla diferentes actitudes y las agrupa en cuatro categorías: las infiltraciones, los hitos, las fronteras y los paisajes interiores.
“La ciudad puede ser ahora entendida desde lecturas del espacio y de la escala aprendidas de la experiencia del paisaje y del territorio.”[2] Esas infiltraciones se podrían entender entonces como una manipulación de la visión para generar nuevas lecturas del espacio, en las que las ciudades se abren al territorio, y la ciudad se convierte en el paisaje de sí misma. Por otro lado, aclaran que los hitos son simples estrategias que se plantean como arquitecturas urbanas, las cuales remiten a fenómenos de dimensión territorial, haciendo que lo urbano vaya más allá de lo que normalmente se entiende por ciudad, eso sí, alimentadas por las grandes infraestructuras de comunicación. Como se mencionó anteriormente, las fronteras se han ido difuminando, pero sin embargo, hay arquitecturas que pretenden precisamente definir claramente esas fronteras, las cuales se constituyen bajo elementos de la naturaleza como el agua y la tierra. Además de leerse como un espacio interior, un edificio puede interpretarse como un episodio de un paisaje, como una construcción de la intimidad para desaparecer de lo público, pero así mismo puede ser una posible concepción de lo privado, contemplándolo desde una visión más general, como parte explicita de la ciudad, como parte misma del territorio.
Vemos entonces, que esas transformaciones que han sufrido los espacios públicos se producen cuando cambia nuestra mirada sobre esas cosas, cuando cambia la concepción de lo que algún día fue construido sobre un fondo, cuando esas fronteras tan delimitadas inicialmente, se empiezan a difuminar en el intento por hacer aplicaciones artificiales a la naturaleza y viceversa, por pretender una multifuncionalidad en donde esos espacios puedan adaptarse a nuevas situaciones. Y es -en lo personal- el momento y el lugar para generar un nuevo territorio.
Para citar un ejemplo, un grupo de diseñadores, historiadores y especialistas en cultura digital se han puesto en la tarea de identificar esos nuevos territorios que surgen al eliminar las fronteras entre las nuevas disciplinas emergentes alrededor de la arquitectura y el diseño, para luego publicarlas -por iniciativa del FAD (Fomento de las Artes Decorativas)- en un catálogo (Cruzados. Nuevos territorios del diseño de vanguardia, 2003.) Para identificar esos nuevos territorios, éste grupo de colaboradores tuvo que reconocer previamente los propios territorios de las diferentes disciplinas del FAD (dentro de las cuales se encuentran el diseño gráfico, el diseño industrial, la arquitectura, la moda, la nueva artesanía, la joyería y los audiovisuales) para luego cruzar los distintos entornos que se generaban entre ellos y ver lo que sucedía. Los resultados desde un comienzo, les dieron una perspectiva aún mayor, pues las piezas nuevas que estaban creando, generaban universos propios más allá del simple intercambio disciplinar.
En el caso del Wayaway Travelbox (El Perro, 2000-2003)[3], se generó un nuevo territorio en torno a un embalaje similar a los que se usan para transportar obras de arte, adaptado para el viaje de seres humanos. Está dotado con una batería eléctrica que proporciona agua corriente, iluminación y ventilación, así como seguridad, ya que el ocupante permanece oculto. Dicha propuesta está fundamentada en los grandes avances técnicos que permiten los desplazamientos a grandes distancias, así como la excesiva vigilancia y restricción de los movimientos físicos del cuerpo humano.
Otro de los fenómenos detectados por este grupo del Museo de Arte Contemporáneo, es el Clip On (AllesWirdGut, 1999)[4] una estructura que hace referencia al balcón, una zona que se encuentra entre la intimidad y la exhibición, entre la privacidad y lo público, el interior y el exterior; un espacio intermedio. Es una estructura plegable, que puede encajarse fácilmente a cualquier fachada con tres simples ganchos y ofrece una gran posibilidad de variaciones de configuración, rompiendo así las fronteras entre el espacio público y el privado.
Por motivos culturales, económicos y de experimentación, dentro de esos nuevos territorios se establecen conexiones y relaciones densas, -pero flexibles y maleables a la vez- que permiten ser recorridas. Son entonces estos mismos enlaces los que acceden a generar el territorio y convertirlo en un espacio real para transitar. Son precisamente estos vínculos y relaciones entre los objetos y las generatrices de una red las que permiten una visión más amplia y genérica de la situación de las piezas en relación con los procesos conectados, con los territorios cruzados. En este sentido, como se afirmaba en un principio, estos nuevos territorios si pueden contemplarse entonces como sistemas abiertos por tratarse de objetos que permiten una gama amplia de posibilidades y una capacidad de adaptación a nuevas situaciones. Esa condición efímera de los nuevos territorios, es el fundamento y el que posibilita las inmersiones, para poder generar cambios no sólo en sí mismos, sino en los entornos que los acogen.
Es claro que los espacios públicos han cambiado, por lo tanto las representaciones que tenemos actualmente de dichos espacios públicos no son reales, siendo así, no podemos visualizar con claridad ni mucho menos representar las situaciones de lo que sucede en realidad. De manera que, como diseñadores y arquitectos debemos recurrir a otras narrativas[5], replantear esa visión frente a esos espacios para encontrar los fenómenos cruzados que nos pueden llevar a la generación de nuevos territorios. Pero lo más importante sería la mirada crítica para poder vincular el objeto con el entorno social y político, es decir, hacer una lectura con compromiso para tener planteamientos críticos y así poder generar nuevos territorios dignos de una interdisciplinariedad.
[1] Guayabero, O. (2003). Cruzados. Nuevos Territorios del Diseño de vanguardia. Mapa de Conceptos, 2.
[2] Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. (1997). Nuevos territorios: nuevos paisajes. Infiltraciones, 9.
[3] Guayabero, O. (2000 - 2003). Cruzados. Nuevos Territorios del Diseño de vanguardia. Wayaway Travelbox, 68.
[4] Guayabero, O. (1999). Cruzados. Nuevos Territorios del Diseño de vanguardia. Clip On, 150.
[5] “estudio de otros formatos y sistemas para establecer comunicación. Apropiación de métodos, técnicas y lenguajes de otras disciplinas.” Guayabero, O. (2003). Cruzados. Nuevos Territorios del Diseño de vanguardia. Mapa de Conceptos, 2.

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