| Innovar está de moda |


Es evidente que actualmente el diseño no ha tenido que sufrir varios esfuerzos por introducirse en la sociedad y es ésta sociedad la que se ha encargado de hacer que el diseño cumpla y satisfaga necesidades que ni siquiera son necesarias, para convertir a la sociedad en un mercado, en una sociedad de consumo. Pues bien, no se crean productos que duren para toda la vida, y no precisamente porque no haya conocimiento, tecnología o ideas nuevas progresivas, sino que precisamente ese crecimiento y ese desarrollo han permitido crear ventajas para la sociedad, para el mercado, para esa sociedad de consumo que vive del cambio, las tendencias, los avances y la MODA, sociedad de consumo que exige innovación. Ahora, ¿qué es la innovación para esta sociedad?


Entremos entonces a definir el concepto de innovación, partiendo de la definición del economista Schumpter, quien abarca el concepto desde 5 factores. El primero de ellos es la introducción al mercado de un nuevo bien o servicio, con el cual los consumidores no están familiarizados. El segundo es la introducción de un nuevo método de producción o metodología organizativa. El tercero es la creación de una nueva fuente de suministro de materia prima o productos semi-elaborados. El cuarto es la apertura de un nuevo mercado en un país y por último, la implantación de una nueva estructura en un mercado. Siendo así, podríamos afirmar que innovar es finalmente una tarea fácil, sin embargo he ahí el reto del diseñar, “donde el producto ya no es concebido tanto como un objeto que producir, cuanto como un dato que manipular, es decir, que diseñar y rediseñar, que consumir y reconsumir” (Foster, 2004, p. 21).[1] Como bien lo mencionó Carlos Eduardo Maldonado, el innovar es pensar en términos de complejidad, no esperemos entonces que la innovación se de por casualidad.


Conocer y entender los orígenes e ideales del diseño es esencial en la formación de un diseñador. Sin embargo, en un espacio en donde el tiempo transcurre y trae consigo cambios y se plantean nuevos y diferentes factores de vida, la historia se convierte simplemente en eso; en historia, hechos que marcaron un inicio, pero que no se van a poder implementar en una actualidad que tiene diferentes intereses y diferentes estilos de vida. “La especie humana se ve así desafiada por las consecuencias socioculturales no planificadas del progreso técnico mismo” (Habermas, 1982, p. 128)[2]. Por eso hay que estar en el mundo actual y untarse de él para poder dar una solución que sí concuerde con la realidad cambiante y efímera. “me refiero a lo efímero, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del arte cuya otra mitad es lo eterno y lo inmutable” (Foster, 2004, p. 46)[3]


Trayendo a colación el trabajo del arquitecto Rem Koolhas, quien desarrolló la Teoría de la Grandeza, en la que hace referencia a paisajes desordenados, a la descomposición, la disociación y el rechazo, su éxito radica en el potencial para reconstruir el Todo, resucitar lo Real, reinventar lo colectivo y reivindicar la máxima posibilidad para generar una arquitectura capaz de sobrevivir al mundo actual. “los arquitectos de moda hoy en día son como los diseñadores de moda: deben tener líneas de productos que se adapten a todos sus clientes” (Foster, 2004, p. 22)[4] Así es, hoy en día hay que ofrecer una gama amplia de posibilidades a la sociedad exigente, para innovar y poder estar a la moda.



[1] Foster, M. (2004). Diseño y delito. Diseño y delito, 2.

[2] Habermas, J. (1982). Ciencia y técnica como ideología.

[3] Foster, M. (2004). Diseño y delito. Arquitectura e imperio, 4.

[4] Foster, M. (2004). Diseño y delito. Diseño y delito, 2.




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